28 feb 2011

Interviene la administración

Presentada la anterior denuncia en la OMIC, la persona que atiende (¡una sola mañana a la semana!) las reclamaciones nos informa de que, al tratarse de una empresa (una de las putadas que tienen que soportar las personas emprendedoras autónomas) Consumo no puede actuar y debemos poner una denuncia en los juzgados, pagando procuradores, abogados y con riesgo de tener que pagar costas.

En un esfuerzo sobrehumano de confianza en la administración, recurrimos a la Delegación Provincial del Ministerio de Telecomunicaciones (o como se llame). Nos atienden dos señores de forma ejemplar, facilitándonos información, atención y comprensión. Realizamos la denuncia en un modelo de escrito con la fecha a rectificar y espacio insuficiente para la queja:

Reclamación interpuesta en el Ministerio.

Ya con la reclamación en el bolsillo, sólo quedaba esperar a que la maquinaria de defensa de la ciudadanía contribuyente realizara su cometido e hiciera recular a VODAFONE en su prepotente y avasallador trato hacia alguien que sólo intenta sobrevivir en este bosque de hienas, buitres y otros depredadores que es España. Al menos, es lo que pensábamos a priori. Pero la ilusión inicial se fue diluyendo en el calendario mientras ORANGE nos lanzaba una ofensiva descarnada y brutal para cobrarnos unas penalizaciones ocasionadas por el mal servicio de cobertura que ofrece. Pero esta es otra guerra.

Al cabo de un año más o menos, seguimos con nuestros terminales de segunda mano, con nuestros problemas de cobertura y con un nuevo problema que se nos viene encima con VODAFONE al pasar una de las líneas de empresa a particular y, posteriormente, cambiar esa línea de operador. Es a raíz de esta segunda incidencia cuando llamo a la Jefatura Provincial de Inspección de Telecomunicaciones de Granada, dependiente de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Se me ocurre preguntar por la denuncia interpuesta hacía un año y me dan los datos de registro de salida de la misma para que llame a Madrid y pregunte allí, ya que de Granada salió el 25/2/2010 con destino a Madrid.

Lo que faltaba: el número para reclamar a las compañías de telefonía que abusan de nuestra paciencia y de nuestros bolsillos es el 901336699, o sea, un teléfono de tarificación especial del ministerio al que hay que pagar aunque tengamos todas las tarifas planas del mundo. Pues bien, llamamos, toman nota de la consulta, nos piden nuestros datos y un teléfono donde contactar y nos dicen que ya nos llamarán cuando sepan algo. Como suena. Una atención al ciudadano digna de cualquier compañía de telecomunicaciones.

Alucinamos cuando recibimos respuesta y comprobamos que nuestra reclamación ha dormido en un cajón ministerial durante todo un año sin que nadie le preste la más mínima atención hasta que nosotros preguntamos por ella. Ver las fechas y contrastar con la del registro de salida de nuestra denuncia. A nadie le da vergüenza de que esto ocurra y nadie nos ha llamado para darnos una explicación, a pesar de que somos contribuyentes que mantenemos el aparato estatal que, en este caso concreto, da muestras de una apatía digna de las mejores leyendas urbanas que sobre los funcionarios circulan por nuestras calles.


Carta del Ministerio informando que han recibido nuestra reclamación enviada un año antes.

A raíz de que el o la funcionario/a de turno hiciese su trabajo y llegase la reclamación a VODAFONE, se han puesto en contacto con nosotros cinco veces en dos día para tratar de solucionar un problema que ha dormitado en un cajón sin saber exactamente por qué. A los perjuicios causados por VODAFONE y su distribuidor autorizado GRANATEL, sumamos los producidos por la incompetencia o la negligencia del organismo que debe velar por el bienestar y la justicia de los ciudadanos que mantenemos dicho organismo con nuestros impuestos. Otra nueva reclamación que realizar.

Has firmado, la has cagado

Ante los problemas que tenemos con ORANGE y el trato que recibimos de esta compañía, decidimos cortar por lo sano y contratar con VODAFONE, para lo cual solicitamos la visita de un comercial que nos explica y confunde todo el rato. Solicitamos la visita de otro comercial (de otra empresa) y nos aclara las dudas que teníamos. No pasaron más de cinco días desde que firmamos el contrato y ya estábamos arrepentidos y metidos en una espiral de amargura que comienza con los hechos que se cuentan en la siguiente carta y quién sabe cuándo y cómo acabarán.

Carta de protesta enviada a VODAFONE por correo certificado a la que nunca respondieron:


Justificante de envío certificado

Vodafone España, S.A.
Avenida de Europa, 1.
Parque Empresarial La Moraleja 
28108 Alcobendas (Madrid)


Churriana de la Vega, 12 de febrero de 2010

El 23 de diciembre de 2009 VODAFONE procedió a la portabilidad -desde ORANGE- de tres líneas de teléfono móvil y una línea de teléfono fijo -desde TELEFÓNICA-.

Dicha portabilidad se realizó en virtud del contrato firmado el día 10 de diciembre de 2009 con VODAFONE a través de su distribuidor oficial autorizado GRANATEL de Granada.

Antes de la firma de dicho contrato, pactamos con el comercial de dicha empresa D. Javier Delgado que no queríamos el alta hasta que tuviésemos en nuestro poder los terminales Nokia N96 firmados en el contrato. VODAFONE nos dio el alta sin que se cumpliera este requisito y GRANATEL nos proporcionó unos terminales de sustitución (Samsung SGH ZV40) que no responden a las necesidades de nuestra empresa.

Pasadas las semanas, preguntamos por los Nokia N96 y el citado comercial nos deriva a su jefe de equipo José Ocaña, que nos informa de que no hay ni habrá terminales de este modelo (porque NOKIA ha dejado de fabricarlos, según él), ante lo cual le solicitamos que nos de uno de iguales prestaciones o superior, a lo que responde que no, que lo que nos puede ofrecer es un modelo de gama inferior, a lo que nos oponemos por no responder a lo estipulado en el contrato firmado con VODAFONE. Dicha persona nos responde que “eso es lo que hay” y que “si queremos que nos cambiemos de compañía”.

Nos ponemos en contacto con VODAFONE Empresas (Teléfono 122, no apto para cardiacos) para exponerle el problema y nos dicen que hemos de solucionarlo con el distribuidor y que, si no estamos de acuerdo, le pongamos una hoja de reclamaciones.

En visita realizada el pasado 29 de enero de 2010 a la sede de GRANATEL, preguntamos por José Ocaña y nos responden que se encuentra fuera de las oficinas y que dejemos un teléfono de contacto para que se ponga en contacto con nosotros, a lo que respondemos que nuestra intención es cursar una hoja de reclamaciones. En ese momento, la persona que nos atiende nos pide que esperemos, que va a realizar una consulta, y entra en el interior de las oficinas, saliendo inmediatamente acompañada de un señor que nos saluda sin identificarse y nos pide que le expliquemos el caso. Cuando llevamos un largo rato explicando nuestro problema, este señor se identifica como José Ocaña (quien no se encontraba en el local y no nos podía atender), ante lo cual procedemos a cumplimentar la hoja de reclamaciones con una fuerte sensación de haber sido ninguneados y mal atendidos por este señor.

En la hoja de reclamaciones, expresamos nuestra insatisfacción con el trato recibido y reclamamos que nos den el Terminal Nokia N96 y que se hagan cargo de los costes de alta de línea motivados por la futura vuelta con Telefónica y el mal servicio prestado por VODAFONE-GRANATEL. Dicho señor nos invita a rellenar la hoja de reclamaciones y, acto seguido, nos despedimos, no sin advertirle de la fea y grave actuación que acaba de tener con nosotros.

El hecho es que hemos hablado con VODAFONE (atención al cliente) y nos dicen que no es su problema y que debemos solucionarlo con su distribuidor. El distribuidor nos dice que es problema de VODAFONE y que debemos solucionarlo con atención al cliente.

Hartos de que no se nos atienda ni por GRANATEL ni por VODAFONE, es nuestra intención abandonar esta compañía que sólo nos ha proporcionado problemas en el escaso tiempo que llevamos con vdes. y estudiar la posibilidad de reclamar daños y perjuicios por incumplimiento de contrato.

Por otra parte, hemos recibido la factura de VODAFONE CI0393679759 de fecha 26/1/2010 en la que aparece un cargo en concepto de cuota mensual de la línea 615XXXXXX de 24,0323 €, cuando lo firmado en el contrato era una cuota de 15+5 € para esta línea, no sabiendo a qué se debe este incremento.

Finalmente, la cobertura que recibimos de VODAFONE es muy débil, teniendo problemas para mantener una conversación sin tener que salir al exterior de nuestra oficina. Éste déficit de cobertura se produce incluso cuando recibimos llamadas al número fijo, lo que nos proporciona múltiples problemas de comunicación y de imagen de nuestra empresa que repercuten negativamente en nuestro negocio.

Por todas estas circunstancias, estamos estudiando ofertas de otros operadores con la intención de cambiarnos, ya que al mal servicio de cobertura que proporciona VODAFONE se une una nefasta atención al cliente que nos está llevando a perder demasiado tiempo para hablar con vdes. y, cuando lo conseguimos, la única respuesta que recibimos es que no es problema de VODAFONE y que lo solucionemos con un distribuidor que nos ha engañado desde el principio y que se ha permitido el lujo de reírse de nosotros en nuestra propia cara. Entendemos que la resolución de los problemas ocasionados por VODAFONE pasa porque ésta facilite sin ningún tipo de problemas la portabilidad cuando le sea solicitada por otro operador de telefonía y que se haga cargo del coste de alta de la línea fija que se derive de un futuro cambio de operador, ya que dicho coste viene derivado del deficiente funcionamiento del servicio que nos presta VODAFONE en la línea fija atendida a través del terminal móvil y que no coincide con lo publicitado por Vodafone.

A la espera de su contestación, reciba un cordial saludo.

 Reclamación efectuada a GRANATEL. El libro de reclamaciones estaba casi acabado.

9 feb 2011

Génesis

Montamos una pequeña empresa haciendo caso a los gurús de la orientación laboral y a los padres de la patria que animaban a ser emprendedores, a realizar tus sueños, a trabajar para ti mismo... Tras 20 años trabajando para otros, pensamos que la idea no era mala: teníamos una carterita de clientes para empezar, nos formamos a conciencia en el manejo de las herramientas propias de nuestro trabajo, estudiamos a fondo los mecanismos del mundo al que nos lanzamos, invertimos en maquinaria y utillaje, constituimos nuestra empresa... y nos lanzamos a trabajar.

A las primeras de cambio, nos encontramos recibiendo encargos, realizando diseños, ejecutando proyectos, facturando nuestro trabajo, pagando a proveedores, cosechando felicitaciones y alguna queja por nuestras creaciones... y con Hacienda. Sí, nos encontramos con Hacienda. Pudimos comprobar los motivos que empujaban a nuestros antiguos jefes a quejarse y maldecir a Hacienda.

Pero no importó. Pensamos entonces, y seguimos pensando ahora, que el bocado a nuestras ganancias se justificaba por el sostenimiento de un estado público que dotaba de infraestructuras y servicios al país y que todos nos beneficiábamos de ello. No importó porque pensábamos en la calidad de vida y el estado del bienestar que, entre los que pagamos a hacienda, nos proporcionamos.

Fueron unos comienzos duros e ilusionantes. Pagábamos nuestros impuestos y, aún así, sacábamos un beneficio similar (unas veces mayor, otras menor) al que obteníamos trabajando para otros. Perdimos algunos clientes que nos proponían enjuagues no éticos relacionados con facturación sin IVA o consignar mayores cantidades en las facturas de lo realmente trabajado. Pero seguimos adelante. Ganamos otros clientes que habían conocido por terceros nuestra forma de trabajar... En fin, hemos navegado durante 8 años y continuamos a flote, aunque con la cubierta haciendo aguas por la crisis que sacude al mundo.

Hasta que topamos con las operadoras de telefonía. Primero fue ORANGE (ver) y ahora VODAFONE. Dos demonios que campan a sus anchas ajenos a la Ley, a la Administración y al sentido común. Es aquí donde comenzamos a vislumbrar, antes que Benedicto XVI, que el infierno es un estado de ánimo causado por un Belcebú que habita entre nosotros en forma de molopolio compartido con Satán y Lucifer.